EL SECRETO DE
SÓCRATES
Por: Gloria Gutiérrez
Ortiz
Consejera de Cultura,
Representante Área- Medios ciudadanos y comunitarios - Secretaría Técnica
Consejo de Cultura Zona 5, Comuna 14 Poblado
Poblado Medellín 2012
Cuando hable o se comunique con alguien no empiece
discutiendo las cosas en las que hay divergencias entre los dos. Empiece
destacando y siga destacando las cosas en las que están de acuerdo. Siga
acentuando - si es posible - que los dos tienden al mismo fin y que la única
diferencia es de método y no de propósito.
Haga que la otra persona diga: "Sí, sí", desde el principio. Evite,
si es posible, que diga "NO".
Un NO como respuesta es un obstáculo sumamente difícil de vencer.
Cuando una persona ha dicho NO, todo el orgullo que hay en su personalidad
exige que sea consecuente consigo mismo... Tal vez comprenda más tarde que ese
NO fue un error, pero de todos modos tiene que tener en cuenta su precioso
orgullo. Una vez dicha una cosa, tiene que atenerse a ella. Por lo tanto, es de
primordial importancia que la comunicación hacia una a una persona sea en
dirección afirmativa.
El orador hábil obtiene desde el principio una serie de "SÍ", como
respuesta. Con ello ha puesto en movimiento en la dirección afirmativa, los
procesos psicológicos de quienes lo escuchen. Es como el movimiento de una bola
de billar. Impúlsela en una dirección, y se necesita cierta fuerza para
desvirtuarla; mucho más para enviarla de vuelta en la dirección opuesta.
Sócrates, era un hombre brillante a pesar de que andaba
descalzo y de haberse casado con una niña de 19 años cuando él tenía cuarenta y
ya estaba calvo. Hizo algo que sólo un puñado de hombres han podido lograr en
toda la historia: cambió radicalmente todo el curso del pensamiento humano, y
ahora, veintitrés siglos después de su muerte, se le honra como a uno de los
hombres más hábiles para persuadir a los demás.
¿Su método? ¿Decía a los demás que se equivocaban? Oh, no. Era demasiado sagaz
para eso. Toda su técnica, llamada ahora "método Socrático", se
basaba en obtener una respuesta de "SÍ; SÍ". Hacía preguntas con las
cuales tenía que convenir su interlocutor. Seguía ganando una afirmación tras
otra, hasta que tenía una cantidad de "Si" a su favor. Seguía
preguntando, hasta que por fin, casi sin darse cuenta, su adversario se veía
llegando a una conclusión que pocos minutos antes habría rechazado
enérgicamente.
Los chinos tienen un
proverbio lleno de la vieja sabiduría oriental: "quien pisa con suavidad,
va lejos".